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Cuaderno para pensar la vida

Ancla 2
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Actualizado: 16 abr 2021

Regresa a ti mismo y mira: si aún no te ves bello, haz como el escultor de una estatua que quita, raspa, pule y limpia hasta que hace aparecer un bello rostro en la estatua. También tú, quita todo lo que sea superfluo, endereza todo lo que es tortuoso, limpia todo lo que esté oscuro, abrillántala y no ceses de esculpir tu propia estatua hasta que resplandezca en ti el divino esplendor de la virtud, hasta que no veas la Sabiduría en pie sobre su sagrado pedestal. ¿Has llegado a esto?


'Plotino o la simplicidad de la mirada'




Actualizado: 16 abr 2021


El hombre debe aceptar la responsabilidad para consigo mismo y también el he­cho de que solamente usando sus propios poderes pue­de dar significado a su vida. Erich Fromm

Vivimos en una sociedad en que muchas de las cosas que pensamos y sentimos vienen marcadas por infinidad de factores externos, como son la educación, la ideología familiar, la sociedad, nuestra edad, si somos hombre o mujer, y un largo etc.

A veces, llega un momento de la vida en que sentimos que algunas de las cosas que vivimos o las decisiones que hemos tomado (y seguimos tomando) no las reconocemos como propias. O sentimos sencillamente que vivimos dentro de partes de una rutina que no nos hace sentir bien y no elegiríamos ahora.


Como sabemos el ser humano es un ser social, desde su nacimiento, momento en que su vida claramente depende de la relación con el exterior, hasta el final de sus días, en los que también puede aparecer una gran dependencia. En medio de estos dos escenarios el sujeto crece y se desarrolla hasta llegar a un supuesto estado de madurez. Podríamos decir que ese estado es aquél en el que se debe hacer responsable absoluto de su vida, y que desafiando el tiempo también se habrá de responsabilizar de lo vivido en el pasado para pasar así a ser dueño también de su futuro.


Para ello será necesario un trabajo, al que podemos llamar autoresponsable, en el que ir limpiando y vaciándose de capas para dejar el espacio en el que emerja lo que en realidad somos.


Este trabajo supondrá el primer paso para hacernos dueños de nuestra vida, de las buenas y de las malas decisiones, así como será un proceso en que adueñarnos también de lo que hacemos con todo lo que han hecho con nosotros. Salir de la posición de queja y actuar será el camino hacia la madurez que te de la fuerza para escoger la vida que quieres tener.

Esto no será posible sin una gran dosis de coraje, pero ¿tienes algo mejor que hacer que ocuparte de ti mismo?




Actualizado: 12 mar 2021


Los sonidos de nuestro alrededor y los pensamientos que nos vienen a la cabeza continuamente se pueden considerar una especie de alimento. Estamos familiarizados con la comida que masticamos y tragamos. Pero no es la única clase de alimento que los humanos consumimos, también hay otros. Lo que leemos, las conversaciones que mantenemos, los programas que miramos por la tele, los videojuegos a los que jugamos, y nuestras preocupaciones, cavilaciones y angustias también son una especie de alimento. No es de extrañar que a menudo no haya espacio en nuestra mente para la belleza y el silencio, porque lo estamos llenando a todas horas con muchas otras clases de alimentos.


Hay cuatro clases de alimentos que consumimos a diario. En budismo los llamamos los Cuatro Nutrientes: los alimentos comestibles, las impresiones sensoriales, las voliciones y la conciencia, tanto a nivel individual como colectivo.


Los alimentos comestibles son la comida que ingieres cada día. La segunda clase de alimento, las impresiones sensoriales, son las experiencias sensoriales que captas con los ojos, los oídos, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente. Como, por ejemplo, lo que oyes, lees, hueles y tocas. Así como las conversaciones telefónicas, los mensajes de texto, el sonido del autobús que se cuela por la ventana de tu casa, la valla publicitaria que lees mientras vas por la calle. Aunque todas estas cosas no sean alimentos comestibles, son información e ideas que recibe tu mente y que consumes a diario.


La tercera clase de alimento es la volición. La volición es la fuerza de voluntad, tus inquietudes, tus deseos. Es un tipo de alimento porque sustenta tus decisiones, tus acciones y tus movimientos. Sin volición, sin el deseo de hacer algo, no te moverías, simplemente te marchitarías.


La cuarta clase de alimento es la conciencia. Este tipo de comida incluye tu conciencia individual y el modo en que tu mente se nutre a sí misma y alimenta tus pensamientos y acciones. También incluye la conciencia colectiva y cómo esta te afecta.


Cada alimento te afecta enormemente, es importante ser conciente de lo que consumes y de la cantidad consumida. Es fundamental para protegerte. Si no te proteges, abosorberás demasiadas toxinas. Si no prestas atención, te llenarás sin darte cuenta de percepciones y sonidos tóxicos que te harán enfermar.



Thich Nhat hanh. Silencio



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Psicoterapia | Arenys de Munt | Barcelona 

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