“Los niños que son víctimas de agresiones perversas no tienen otra salida que los mecanismos de separación protectora, y son portadores de un núcleo psíquico muerto. Todo lo que no metabolizaron durante su infancia se reproduce en la edad adulta a través de acciones que se perpetúan.
Los padres no solo transmiten a sus hijos cualidades positivas como la honradez y el respeto a los demás. También pueden enseñarles a desconfiar y a desviarse de las leyes y de las reglas con el pretexto de la picardía. Es la ley del más listo. En las familias en las que la perversión es la regla, no es difícil encontrar un antepasado transgresor, conocido por todos aunque oculto, y considerado como un héroe”.
Marie-France Hirigoyen
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