El autocuidado tiene dos caras principales, cultivar el bienestar y curar el sufrimiento. En la medida en que cultivemos la primera tendremos más capacidad de sostener la segunda con la fuerza y paciencia que requiere.
La verdadera libertad no es exterior ni estética, no es un disfraz de lo que me dijeron que llevara puesto, no es el grito rebelde a lo que ya no nos gusta. La verdadera libertad consiste en poder Ser definitivamente lo que uno es y lo que uno desea ser, fuera de todo lo que le ha sido impuesto explícita o implícitamente. El punto de partida para ello es el autoconocimiento.